«Soy el dolor, tu maestro.
Me maldices, me culpas.
Me odias y me frunces el ceño.
Crees que soy cruel y sin corazón.
Intentas matarme con anestésicos.
Con cloroformo y bromuros,
Me atacas con sedantes y opiáceos. Llamas a los doctores.
Corres a los hospitales.
Vuelas a Viena y estaciones de montaña.
Llamas a sus amigos y parientes.
Te acercas a los santos del Himalaya para remedios y hierbas.
Haces Maha Mritunjaya Japa y Havan.
Quemas incienso y rezas para matar al maestro quien viene a advertirte.
Quien viene a socorrerte y a bendecirte.
No soy tu enemigo, soy tu amigo.
Soy un mensajero de Dios.
Soy un ángel del cielo, para enseñarte sabiduría.
Para infundir en tu corazón misericordia y
desapasonamiento.
Para volver tu mente hacia Dios.
Para destruir tu intenso apego a las cosas terrenales y mundanas.
Que son perecederas e ilusorias.
Soy vuestro guía y silencioso maestro.
YO SOY DOLOR, lo mejor de este mundo.
Soy un abridor de ojos.
Un despertador del alma.
Soy un inspirador.
Vengo a recordarte a Dios.
A señalarte el camino divino, y hacerte desistir de los malos caminos.
Para hacerte practicar buenos hábitos.
Realmente me has entendido mal.
Soy solo la ausencia del placer.
Convivo con el placer.
Soy el punto de partida de la filosofía.
Yo soy la causa del esfuerzo del ser.
Yo soy la causa de las aspiraciones del ser.
Puse las mentes de los filósofos a pensar.
Hago que los yoguis comiencen prácticas espirituales.
Hago que los sabios practiquen la meditación.
Hago de un humano mundano un superhéroe.
Vengo a ti, a sanar, enseñar, guiar.
Entiende ahora al menos mi secreto y buena naturaleza.
Mi interés por tu bienestar.
Practica la vida sencilla y el pensamiento elevado.
Observa las leyes de salud.
Adopta una dieta vegetariana bien balanceada.
Practica la no injuria, la verdad y el celibato.
Lee libros sagrados y escrituras.
Ama a todos y sé amable con todos.
Perdona y olvida rápido.
Sirve a todos con cariño.
Ve al Señor en todos.
Repite el Nombre Divino en todo momento.
Te protegerá y te guiará.
Entonces me iré y te dejaré.
No te molestaré más.»
—Swami Sivananda