Cuenta el susurro de los vientos que los Himalayas han sido testigos de los poderes celestiales soberanos de la región. Cuenta el canto del Ganges que un pacto eterno existe entre las energías cósmicas del lugar y los humanos que allí habitan. Cuenta el eco de las campanas que la esencia de Bhārat, India, se guarda con adoración en estas aldeas remotas.
Llegar a los Himalayas es uno de los grandes privilegios para un aspirante espiritual. Se dice que no es uno quien decide viajar allí, sino que se recibe un llamado a pisar este territorio santo. Un lugar fértil en pureza y rico en espíritu, donde se siente la potente conexión con el pasado antiguo de una era dhármica, cuyos relatos, sabiduría, cantos, ritos y fervor, aún perduran.
Los Himalayas, por miles de años, han sido escuela de austeridad (tapas), disciplina y búsqueda espiritual, así como punto de encuentro de sabios, monjes y yoguis. Estando allí se devuelve la esperanza, se recuerda el llamado del alma, se liberan pretensiones, se hace humilde y se purifica… Es una bendición invaluable.
De cada experiencia y relación en la vida podemos obtener maestría. Este peregrinaje no es la excepción. Aquí están las tres grandes huellas que los Himalayas imprimieron en nuestra alma:
1- Llamando a los Devatas
De lo más impactante en India es la devoción pura que se respira en el ambiente. Una reverencia que se intensifica en los templos, pero que también permea lo cotidiano. No hay saludo que no incluya inclinar la cabeza o juntar las manos en oración. No hay transporte sin murtis (estatua o figurilla divina) o imágenes espirituales. El «hola» se transforma en «Hari Om», «Om Namah Sivaya» o «Radhe Radhe». Los himnos y mantras son de conocimiento común. Las vacas son veneradas, el incienso impregna el aire y el tintineo de los rituales se convierte en el sonido de fondo.
Los vastos Himalayas se extienden por las regiones de Nepal, Himachal Pradesh, Kumaon y Uttarakhand. Nuestro viaje se concentró en Uttarakhand, localmente llamado Dev Bhoomi («La Tierra de los Dioses»), debido a su gran cantidad de sitios sagrados. Ver la inmensidad de estas montañas verdes, algunas cubiertas de nieve, nos conmovió profundamente. Se dice que cada montaña de los Himalayas es un Devata (Dios) que descendió para estar cerca de la Madre Divina Ganga (el río Ganges). Así se siente: una vigilancia serena que protege, acoge y eleva.
Cada rezo busca invocar a los Devatas para que desciendan al corazón y se manifiesten en nuestro ser. Como nos compartió Swamini Pramananda – Ammaji, quien ha vivido en los Himalayas por décadas: cada villa, templo, calle, árbol, arroyo y animal, forma parte de un gran espíritu.
En India, cada región tiene una deidad, pero no sólo eso, cada estado, cada aldea, cada casa y cada ser, cuenta con una… Y no, India no es politeísta como se etiqueta, sino que confía en diferentes caras o atributos para UNA sola fuente de la verdad. Un sólo Dios, manifiesto a través de muchos aspectos que se asocian con la tierra, el agua, el viento, el fuego, la fertilidad, la sanción, la destrucción y la protección. Ese espíritu relativo a cada aldea es llamado Graama Devata y el de cada individuo es llamado Ishta Devata. La deidad es la aldea, y la aldea es la deidad; la deidad es el templo, y el templo es la deidad; la deidad es la persona, y la persona es la deidad. Son inseparables.
Llenarse de estas impresiones definitivamente hace alquimia en el Ser, regresa uno a su rutina con mayor apreciacón, con otra sensibilidad y con un corazón infusionado de bondad.
2- Dolor Espiritual
La cultura de los Himalayas del valle del Ganga, o también conocido como el valle de los Sadhus, guarda muchos secretos ancestrales. Las grandes verdades absolutas resuenan en sus silencios, y cientos de ashrams o comunidades espirituales gozan de esa atmósfera limpia y positiva. Parece que allí se ocultan las llaves a las puertas del cielo, y son compartidas con quienes con sinceridad y paciencia deciden aceptarlas.
En nuestras culturas y mundos occidentales el acercamiento a la felicidad viene en relación a la posesión, a lo acumulado y a lo atesorado. Como consecuencia, un mundo roto con millones de seres en continuo sufrimiento, repleto de sistemas fallidos, y lo más duro, pareciera que estamos tardando en eligir una re-dirección. El Vedanta dice que el éxito de la vida no viene de la profesión, sino del poder de la liberación espiritual, Moksha. Contrario a lo que conocemos, aquellos que han sido permeados por estas filosofías orientales, aunque no son exentos al padecimiento del mundo relativo, sí han mostrado síntomas menos agravados, vidas más ligeras, mensajes mas profundos e historias más tranquilizadoras.
Hay un verso en el gran Viveka Chudamani, un texto védico de Adi Shankaracharya que dice:
devanugraha-hetukam
manusyatvam mumuksutvam
mahã-purusa-samsrayah»
Que traduce: «Tres cosas son difíciles de alcanzar: un nacimiento humano, un intenso deseo de Moksha y un maestro espiritual.» Ahí la clave del éxito seguro en la vida. De la primera ya somos merecedores, en la segunda estamos aspirando profundizar y la tercera será concedida por Karma y Gracia. En esta «Tierra de los Dioses», se toma muy en serio el poder de la palabra mística, el valor del maestro espiritual y la benevolencia divina. Ver el desfile de monjes y practicantes consagrados, saber que los amaneceres son el tiempo ideal de todos allí y que el Ganges es el aula de estudio por excelencia, perfora cualquier tipo de rigidez en el entendimiento, abre el ángulo de visión y refresca la motivación. ¡Gracias a todos los seres de los Himalayas por su incansable servicio al cuerpo psíquico de la humanidad!
3- Radical Humildad
Un día estando en grupo allí, recibimos la invitación a un Sadhu Bhandara. Una conmemoración que se hace para los santos de los Himalayas donde se invita a todos los monjes y renunciantes (sadhus) a recibir alimento y se les da provisiones que serán necesarias para el frío invierno. Nuestro papel era ir a servirles. Sin tener expectativa, nos acercamos y fuimos testigos de la más dulce escena. Cientos de seres en traje naranja contrastando el vigoroso verde de las montañas, se alienaban para recibir su comida, luego se les daba un poco de dinero y el paquete de invierno. Antes de comer, bendecir y conectar. Ya el sólo cuadro, tocaba fibras.
Lo que no vinimos venir fue que al sentarnos a comer, después que los sadhus dejaron el lugar, nos sirvieron con la misma reverencia con la que se atendió a los invitados anteriores… No sé como hicimos muchos pues entre lágrimas, no era tan fácil digerir. En India se considera al invitado como la visita de Dios y sí que fue evidente. Una vez terminada la comida, pasó uno de los residentes del Ashram a entregarnos a cada uno un billete de 100 rupias. Este inocente acto, nos sumergió en un llanto más profundo… Una mezcla de vergüenza, consuelo, gratitud y alegría inundaba el corazón.
¿Cómo era posible que estos seres en condiciones tan austeras, nos estuvieran dando alimento, dinero y ejemplo a nosotros quienes gozamos de tanta ventaja material? Este ha sido uno de los momentos más increíbles de la existencia. Un ejemplo de humildad y generosidad sin precedentes. Espero que al contarte esto que vivimos, también sientas la invitación a imitar estas acciones que aunque simples, destruyen y construyen. Destruyen el ego y las tendencias centralizadas en uno mismo y construyen un nuevo carácter.
Peregrinar a la sagrada India es volver a la sincronía del ritmo del espíritu… Esperamos que en el futuro, podamos regresar juntos a este punto del mapa donde coexisten la divinidad, la sabiduría y la suprema devoción a la VERDAD. Pero mientras tanto, el deber es continuar el arduo trabajo de siembra en nuestra esfera inmaterial.
HARI OM TAT SAT
Que los maestros nos bendigan con mérito
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Que bello testimonio, es inspirador escuchar y saber que en este lugar tan sagrado sigue viva esa humildad y profunda conexión espiritual, se siente el hogar.
Om Namah Sivaya. Que bella forma de describirlo. Así lo sentimos. ¿Tal vez nos unimos al Club de Conservación de las Tierras & Santos del Himalaya? 😉 Un abrazote
sigo tan admirada, conmovida con la acción que tuvimos al ser servidas por los Sadus!!! gracias, gracias, gracias Bendiciones!!!
Om Namah Sivaya. Mary Carmen. Tu presencia, tu sed espiritual, tu carácter ligero, y tu reverencia a lo intangible, hizo de este viaje uno más especial. Ojalá podamos seguir caminando juntos. Cariños infinitos. Om Shanti
Gracias, gracias, gracias de corazón, por compartir esos momentos que tocaron sus almas. Gracias por su entrega y su trabajo personal, que a través de su propia liberación son de gran beneficio para todos!
Bendiciones y buen viaje, Namasté!
Hari Om. Querida Mónica. Que gusto saber que ha resonado este sentir. Te enviamos muchos cariños y nuestro mayor anhelo es que sigamos aspirando juntos a un estado de consciencia más elevado. Om Shanti
Hola Satyabhama & Satyadev.
Una vez más quedo maravillada con la manera que tienen de transmitir y me digo, qué buena pluma tienen estos chicos para escribir, es un DON muy particular. Sencillo, claro y al corazón.
Muchas felicidades y qué bendecidos de poder compartirnos tan hermosa experiencia.
No pierto la esperanza de algún día poder estar en ese mágico lugar en su compañía
Om Namah Sivaya. Querida Angélica. Gracias por la generosidad de tus palabras. También guardamos la ilusión que algún día vengas con nosotros a una de estas inmersiones. Un abrazo enorme. Om Shanti